No se que es más preocupante,
si que ver esa panorámica imagen
me recuerde tanto a ti,
a tus miradas francas,
a tus ojillos del color de la mesa de mi cocina
con gotitas doradas de miel,
a tus irrepetibles pecas
que se forman en tus mejillas
mientras te empeñas en matarlas,
a esas lineas de tus ojos
en las que me pierdo sin descanso cada noche,
también en mis sueños, y a esos labios
que pronuncian mi nombre como si lo sacaran brillo,
como si lo limpiaran de toda la mierda del día y de la noche,
de todos los pensamientos tristes
y las contemplaciones perdidas y solitarias.
O que saberme perdido en mis recuerdos de ti
no me produzca más que un leve temblor,
incapaz de identificar,
si es de miedo o de alegría,
de tristeza o de serenidad.
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Empiezo a estar cansado
de cerrar los ojos y encontrarte ahí,
mirándome,
como si yo tuviera la culpa
de que estuvieras ahí encerrada,
sin ropa,
y sin pudor.